
¡Al día!

Entrevista a Elena Pérez Canal, directora de marketing de Aceites Abril
Aceites Abril, con sede en San Cibrao das Viñas (Ourense) es una empresa familiar que ha logrado consolidarse como uno los gigantes del sector aceitero español. A sus espaldas, seis décadas de trayectoria fieles a sus tres pilares fundamentales: calidad, tradición familiar y compromiso social.
¿Cuál es la clave del éxito en Aceites Abril? ¿Cómo se compite desde Galicia con las grandes marcas tradicionales del sur de España?
Trabajo, esfuerzo y riesgo empresarial es lo que caracteriza a Aceites Abril, que iniciaron nuestros padres en una pequeña fábrica del Barrio de El Puente hace 60 años. Parece muy inusual que una empresa gallega se dedique a la producción de aceite de oliva, pero tiene su razón de ser. Si no se conoce la historia, llama la atención, pero lo que parece una debilidad se convierte en una fortaleza: estamos cerca de la costa, donde se encuentran las principales conserveras, y también cerca de puertos importantes que facilitan la exportación.
De las primeras botellas de aceite de oliva en la tiendecita de la Calle Mercado a vender su producto fuera de España hay un trecho. ¿Cómo se pasa de una pequeña empresa familiar a una marca que se comercializa internacionalmente? ¿Qué les lleva a dar el salto?
Yendo paso a paso, poniendo el foco en la mejora continua en todas las fases de nuestra cadena de valor. Esta apuesta se traduce en la implementación de una cultura de calidad exigente que alcanza los certificados y acreditaciones internacionales más exigentes. Asimismo, es importante disponer de capacidad de adaptación y flexibilidad para atender las necesidades de los diferentes mercados y que estos te puedan percibir como un socio especialista fiable en aceites alimentarios. No es tanto dar el paso, como el hecho de que el aceite es un producto muy exportable, si me permites la expresión. La categoría de aceites y, concretamente el aceite de oliva, es el tercer producto agroalimentario más exportado por España, que a su vez es líder en exportaciones a nivel mundial. El proyecto tiene una clara vocación internacional: nuestra primera exportación se realizó en 1992 con destino Suiza. Hoy contamos con un área de exportación formada por 9 personas que se esfuerzan por hacer llegar nuestros aceites a las mesas de más de 60 mercados.
En este camino, ¿cuáles han sido los momentos más difíciles y cómo los han superado?
En un proyecto de más de 60 años siempre hay momentos mejores y momentos peores, pero lo importante es aprender de la experiencia y poner el foco en cómo mejorar. Para una empresa familiar lo importante ante retos o situaciones difíciles es poner la vista en el largo plazo. Que las circunstancias no nos hagan desviarnos del destino final, podemos optar por un camino u otro, pero no debemos cambiar el destino. En nuestro caso: llevar los mejores aceites a la mesa de los consumidores.
¿Cuáles son los principales retos a los que se enfrenta Aceites Abril en la actualidad?
Hasta ahora el mercado del aceite de oliva era muy susceptible al precio. En los momentos actuales tenemos que enfrentarnos a desafíos climáticos como la gran sequía que ha asolado a España este año, la segunda peor del presente siglo y que hace que la producción se reduzca y que los precios aumenten, con la consecuente pérdida de ventas, sobre todo en mercados de exportación, en la que compites contra otros países productores del Mediterráneo. Esto sumado al aumento de los costes energéticos hacen que sea difícil mantenerse en las ventas. Venimos de varios desafíos previos como la Guerra de Ucrania que aumentó el coste del girasol un 200%.
Su trayectoria ha sido reconocida con el Premio Familia Empresaria de Galicia. ¿Qué consejo le daría a una empresa familiar que esté planteándose impulsar su negocio ahora?
Las empresas familiares trascienden en el tiempo porque tienen vocación de transmitir el legado a la siguiente generación y eso hace que las decisiones sean tomadas con una visión más a largo plazo. También la vinculación con el entorno. En las empresas familiares hay una estrecha relación entre el lugar de origen y la implicación con la comunidad. Somos más proclives a mantener la sede social en nuestra región de origen, generando empleo y riqueza y colaborando con actividades de responsabilidad social en nuestro entorno.